La industria atraviesa serias dificultades: caída del empleo, pérdida de competitividad y falta de políticas a largo plazo. Empresarios, gremios y técnicos analizan el panorama y plantean posibles soluciones para recuperar la actividad y proyectar un nuevo porvenir para la cadena productiva.
por Gonzalo Gobbi
La pesca es, para Mar del Plata, mucho más que una actividad productiva: es una forma de estar en el mundo. Es trabajo, cultura, industria, oficios, subsistencia, riqueza, soberanía, desarrollo e identidad en un presente siempre complejo. No hay una sola pesca: hay muchas, con rostros, intereses y complejidades distintas que, sin embargo, confluyen en el mismo mar de tensiones. Pero también es una fuerza que representa gran parte del producto bruto interno local, aunque pocas veces se ha detenido a pensar hacia dónde va.
Desde hace tiempo, a la pérdida de rentabilidad se le suma un reclamo de toda la cadena: agregar mayor valor a lo que se pesca. Hoy, el 85% de lo que se exporta son productos primarios y solo el 15% tiene valor agregado. A esto se agregan problemas de costos, empleo y una flota a medio renovar, en un escenario marcado por miradas fragmentadas y sin un horizonte común. Estas líneas recopilan algunas de sus voces y proponen una pausa para pensar hacia dónde va o debería ir la pesca en Mar del Plata. El puerto y los protagonistas del día a día de esta industria necesitan comenzar a imaginar su porvenir.
“No somos competitivos”
Mar del Plata lidera la pesca argentina: en 2024 se desembarcaron 362.000 toneladas, la mayor actividad del país. Pero, al parecer, eso no garantiza sostenibilidad ni competitividad.
Mariano González es gerente de Cafrexport, la Cámara de Frigoríficos Exportadores de la Pesca, integrada por pymes dedicadas al proceso y comercialización de productos pesqueros. Asegura que hoy “no somos competitivos” y atribuye el problema a la estructura impositiva, los costos internos y una excesiva intervención estatal, además de fenómenos como la expansión de la acuicultura y la presencia de flota extranjera que pesca en el límite de la milla 200.
El empresario cree que para comenzar a delinear el futuro se requiere discutir “el mejor aprovechamiento del recurso” y la posibilidad de “alentar una mayor generación de valor agregado” en las plantas en tierra, un tema bisagra.
Sin embargo, advirtió que para dar este debate “debemos tener en claro que con la actual estructura de costos e impositiva y la compleja intervención del Estado en la cadena de producción, estamos lejos de poder avanzar”.
El camino, sugirió, implica “pensar en lograr las mejores condiciones” para poder “generar más valor en los productos pesqueros” y así aumentar las divisas.
De acuerdo con el gerente de Cafrexport, “esto nos tiene que llevar a permitir lograr el mayor rendimiento por cada kilo de recurso pesquero extraído de nuestro mar” y, por ende, la mayor distribución de esa riqueza en las distintas ciudades costeras donde se desarrolla la industria.
A su entender, en cuanto a la infraestructura productiva, el sector “tiene las condiciones” para este objetivo: barcos y plantas que cumplen con estándares internacionales y empresas con la experiencia de haber desarrollado los mercados internacionales.
En esa línea, marcó cuatro grandes desafíos: primero, “el Estado debe ser un socio estratégico para identificar bien las cadenas de producción y su impacto social, económico y ambiental”. Mencionó la necesidad de simplificar trámites, reducir impuestos y alentar la generación de valor.
El segundo punto es “trabajar en la modernización de la relación laboral”. Y el tercero, “fortalecer la cadena de producción que une el trabajo de barcos pesqueros y plantas en tierra” para asegurar “una mejor y mayor distribución de la riqueza” y tener “mejores rendimientos”.
Por último, González marcó la necesidad de proteger a la industria en el frente externo, por un lado, con “una posición firme y de control sobre la flota que opera fuera de la milla 200 que compite deslealmente con nuestro país” y, por el otro, “con una posición negociadora que permita mejores acuerdos de intercambio”.
Políticas públicas
Para Marcos Gutiérrez, actual presidente del Consorcio Portuario Regional Mar del Plata, pensar el futuro de la pesca implica necesariamente observar su presente con crudeza. “Es complejo proyectar con claridad el futuro de la pesca argentina en general y de Mar del Plata en particular”, advirtió. Y subrayó que el puerto local es “un termómetro” directo de la salud económica y social de la ciudad: “Cuando el puerto crece, la ciudad se dinamiza y se proyecta; pero cuando enfrenta crisis, los impactos negativos se sienten con fuerza en el entramado local”.
Según Gutiérrez, la situación actual “es crítica” y no puede analizarse solo desde una coyuntura: “La problemática es estructural y multifacética. Los hábitos de consumo internos, la ausencia de incentivos para el desarrollo del mercado interno, y la creciente presión regulatoria del gobierno nacional, con medidas como la demora en la cuotificación de la merluza y el aumento del Derecho Único de Extracción (DUE), agravan aún más el escenario”. Estas decisiones, señaló, “generan incertidumbre y afectan a los actores nacionales de menor escala”.
Uno de los puntos más preocupantes para Gutiérrez es “la extranjerización del sector” y, en esa línea, marcó: “Hay un crecimiento constante de empresas argentinas con capitales extranjeros, especialmente de origen chino y español, además de fondos de inversión de otras latitudes. Esto amenaza con concentrar aún más la renta pesquera en pocas manos y reducir el control nacional sobre los recursos naturales”.
La industria demanda destrabar una brecha clave: se exporta el 85% de productos primarios y solo el 15% tiene valor agregado.
Frente a este contexto, el presidente del Consorcio llamó a repensar el rumbo: “El futuro de la pesca dependerá de la capacidad de articular políticas públicas que garanticen la sustentabilidad del recurso pesquero, la soberanía sobre su explotación y una distribución más equitativa de los beneficios, priorizando el desarrollo local frente al avance de intereses externos”.
“¿Cuándo explota?”
La pesca vive desde hace décadas en un estado de conflicto casi permanente. A veces encuentra momentos de quietud, pero, tal vez por la amplitud y complejidad del sector, siempre surgen nuevos puntos de tensión. Roberto Garrone, uno de los pocos y más experimentados periodistas especializados en el puerto local y la actividad pesquera, lo analiza con una mirada crítica.
“¿La pesca marplatense tiene futuro? La invitación de LA CAPITAL a participar del Suplemento Aniversario fue el disparador del inquietante interrogante. Hace más de 20 años que cubro la realidad del sector y ante cada crisis brotaba una pregunta: ¿cuándo explota?”, reflexionó.
Para Garrone, la pesca “nunca explotó” por una combinación de factores: “devaluación que le devolvió rentabilidad al negocio, reconversión de los obreros que fueron quedando en el camino, y atajos varios para sortear la presión fiscal o los sistemas de control y fiscalización”.
El panorama actual no deja de ser complejo. “Hoy la pesca no tiene presente, por lo que hablar de futuro es toda una utopía. Bueno, en realidad la pesca del fresco, porque no todo es lo mismo en una industria plagada de matices. La pesca congeladora arrastrera lo tendrá y será muy promisorio”, agregó.
El periodista especializado completó su mirada con una advertencia: “Si no se modifican algunas variables (la lista es larguísima y las autoridades no parecen tener muchos reflejos para advertirlo), la pesca se reconfigurará; la pesca se hará con chatarras flotantes congeladoras de más de 35 años de antigüedad y todos los eslabones ligados a la captura y reproceso de pescado fresco tal como la conocemos hasta ahora desaparecerá del tablero. El futuro llegó hace rato y toma impulso con este gobierno”.
Las “condiciones adecuadas”
Para Ayelén Fortunato, gerente de la cámara Capear ALFA, la industria pesquera –y en especial la de Mar del Plata– atraviesa “una nueva crisis” que obliga a buscar nuevas herramientas para hacerle frente. “En este momento, es crucial analizar cada uno de los organismos que regulan la pesca y reflexionar sobre alternativas que nos permitan ser viables, productivos y rentables”, señaló.
Aun con un sector que “continúa profesionalizándose día a día”, Fortunato consideró que este esfuerzo “debe redoblarse” para afrontar el escenario actual, tanto a nivel nacional como internacional.
“Hemos logrado un gran crecimiento y estamos comprometidos a seguir avanzando, pero para ello es fundamental atender con urgencia las necesidades de cambio que esta industria plantea”, dijo.
Entre esas necesidades, destacó la urgencia de “reducir la carga del Estado” sobre la actividad: impuestos, trámites y permisos generan un fuerte malestar en el sector. También planteó la necesidad de “mejorar las condiciones de administración y manejo de las distintas pesquerías” y de “acceder a líneas de crédito reales y accesibles”.
Esas condiciones, consideró, permitirán enfocarse en un objetivo mayor. “Alcanzar la excelencia en nuestros productos, posicionándolos como lo que son: productos pesqueros provenientes de un caladero saludable, salvaje y austral”, sostuvo. Además, subrayó la importancia de “agregar valor” a esos productos, en línea con las exigencias de un consumidor mundial que busca calidad y sostenibilidad.
“Contamos con una industria vibrante, llena de entusiasmo y enfoque para seguir creciendo. La mano de obra marplatense se destaca por su experiencia, un capital valioso construido a lo largo de años, desde la puesta en marcha de un buque hasta la llegada del producto final a la góndola”, expresó. Y concluyó: “La pesca tiene un gran potencial para seguir adelante. Pero necesitamos las condiciones adecuadas para mantenernos activos, ser productivos y generar más empleo y oportunidades”.
Salir de la crisis
Uno de los grandes motores de la pesca son sus trabajadores: quienes cada día salen a pescar, descargan, procesan y distribuyen la producción para que la rueda gire.
El Sindicato Marítimo de Pescadores (Simape) advierte que la pesca fresquera marplatense ha venido reduciendo significativamente su nivel de actividad y empleo, con una consecuente pérdida de puestos de trabajo.
“Algunos analistas advierten que la falta de trabajo en tierra se debe al alto costo operativo y la baja rentabilidad de la flota fresquera”, señaló el secretario general del gremio, Pablo Trueba. Seguido, desmenuzó el problema y explicó que esta crisis obedece a un tipo de cambio oficial “desfavorable” para el sector exportador, el aumento de los costos internos (como cánones de extracción, impuestos, combustibles e insumos) y una flota “muy vieja”, que retrasa la puesta en marcha de los barcos.
Para el dirigente, el mayor problema es que “Argentina no es formadora de precios”, lo que limita el valor de venta de sus productos en los mercados internacionales. “La pesca es el principal motor socioeconómico de Mar del Plata, representa el 35% del PBI local. Y sus trabajadores viven, consumen y se desarrollan en esta ciudad”, subrayó.
Trueba sostuvo que si Mar del Plata lograra reactivar todo su potencial pesquero con “políticas de protección” para el trabajo local, podría alejarse de los altos índices de desocupación. También enumeró posibles soluciones: vedas móviles y más campañas de investigación del Inidep; sinceramiento del rendimiento real de las máquinas procesadoras; trazabilidad estatal desde la captura hasta la comercialización; la puesta en marcha del Mercado Concentrador Pesquero, y la renovación de la flota mediante trabajo en los astilleros. “Con estas condiciones, hay futuro”, proyectó.
Industria naval, un aliado
La industria naval es una de las que más crecieron en los últimos años, lo que permitió importantes avances en la modernización de la flota pesquera. Mientras que el astillero Contessi celebró en 2025 su botadora N° 151, SPI Astilleros viene de construir los dos barcos pesqueros más grandes producidos en el país en las últimas décadas, un orgullo con mano de obra marplatense.
Sandra Cipolla, presidenta de SPI Astilleros, destacó que la pesca y la industria naval “son dos sectores productivos íntimamente relacionados” y que, desde su empresa, pueden dar cuenta de “la importancia y relevancia que tiene la actividad pesquera en nuestro desarrollo y la profunda relación que nos une como generadores de empleo, producción e inversiones”.
Un dato que ilustra este vínculo, según Cipolla, es que las embarcaciones pesqueras representan el 35% del total de las construcciones de SPI, que también fabrica barcazas, remolcadores y dragas.
La industria naval, una de las que más crecieron, permitió avances en la modernización de la flota pesquera.
“La pesca es una de las actividades productivas más importantes de nuestra ciudad. Destacado como el séptimo complejo exportador de la Argentina, es un aportante neto de divisas, que genera empleo de calidad y contribuye al desarrollo regional”, remarcó.
Finalmente, advirtió: “Estamos atravesando momentos de incertidumbre que nos imponen múltiples desafíos, pero creemos que el desarrollo de nuestro país pasa por el fortalecimiento de la industria y la producción nacional. Para ello, necesitamos políticas claras de incentivo y promoción que nos permitan continuar invirtiendo y generando empleo”.
Soluciones reales
Sebastián Agliano, titular de la Asociación de Embarcaciones de Pesca Costera y Fresquera de Mar del Plata, reconoció que las perspectivas futuras del sector “son complejas, desafiantes y marcadas por una crisis significativa que afecta a toda la industria”.
Actualmente, explicó, “hay flota paralizada” y “buques fresqueros que se encuentran inactivos en puertos clave como Mar del Plata, Puerto Madryn y Puerto Deseado, mientras muchas fábricas han cerrado sus puertas”.
“Muchos armadores consideran que la actividad no es rentable debido a los altos costos, como el Derecho Único de Extracción (DUE), la caída de exportaciones con un dólar prácticamente retenido y numerosos conflictos salariales que generan gran preocupación”, agregó.
Según Agliano, el sector enfrenta serios desafíos económicos y sociales por el aumento del costo por marea –especialmente el combustible y otros insumos–, la elevada presión fiscal (como las ART, que perciben una alícuota del 20% sobre la masa salarial) y una competencia internacional que agudiza el escenario.
Pese a esto, sostuvo que el futuro podría ser prometedor si se logra “un equilibrio” entre “el aprovechamiento de los recursos, la adopción de prácticas sostenibles y una baja real de los costos”.
También consideró fundamental “abordar los desafíos en gestión de recursos, costos operativos y una desregulación efectiva de organismos que supervisan al sector”, como la Prefectura Naval, la Subsecretaría de Vías Navegables, Senasa o ARCA.
Finalmente, dijo: “Necesitamos soluciones reales, entendiendo que en la pesca no somos todos lo mismo, y su futuro depende de que los funcionarios, de una vez por todas, comprendan y atiendan esas diferencias”.
Reflexión final
Repensar el futuro de la pesca requiere el complejo ejercicio de salirse de la coyuntura diaria. Varios sectores demandan una mirada estratégica e integral, un proyecto y marco común, un norte que incluya a cada sector.
Queda claro que la pesca no puede seguir funcionando con las mismas reglas de siempre. La modernización de la flota, la revisión del esquema impositivo, la mejora en la gestión de las pesquerías, el agregado de valor, el acceso al crédito, la planificación con datos científicos y la articulación entre el Estado, las empresas y los trabajadores emergen como condiciones básicas para salir adelante.
Mar del Plata tiene historia, capacidad instalada, mano de obra y recursos. Lo que falta es voluntad política y visión a largo plazo para que la industria, en su conjunto, se convierta en el verdadero motor de desarrollo que todos ven que puede ser.